exposiciones

Me llamo barro

Homenaje a Miguel Hernández

Trujillo, febrero 2016.

En esta colección me guía, no solo la poesía, sino también las vivencias del poeta. No se trata de ilustrar los versos, sino recrear semblanzas de ellos, he pretendido huir de toda voluntad descriptiva.

Mi intención es reflejar la memoria desde lo físico, la evidencia del objeto la hace presente.

Son fragmentos humildes de la vida rescatados del olvido. Lo inanimado tiene mucho de enigmático. Alberga el poder de la evocación.

Con los materiales también se puede pintar: alfileres de cabeza negra a saber de qué luto, agujas de coser sacas de lana, rastros de números, argollas oxidadas, llaves que no abren puertas, papelillos de fumar que nunca ardieron, sobres que anhelan un matasellos, retratos deshilvanados, hiladillos, cartas de caligrafía hiriente, madejas de hilo, cáñamo… Se trata de aunar el mundo del campo, de una tierra seca, austera y pobre, con el de la costura.

Pequeñas cosas cotidianas sacadas de contexto y apenas manipuladas. Piezas que poseen la certeza del desgaste del tiempo acumulado. Signos para crear un orden nuevo; aunque a veces me pregunto si pueden habitar un mundo propio.

Estas últimas obras que salen de mi antiguo estudio, una casa familiar de finales del XIX, recogen la memoria de mis mayores. Me han acompañado, en silencio, durante años, esperando, quizás, su momento.

Lourdes Murillo