exposiciones

Viento del Oeste

Viento, m. El aire agitado.

Oeste, m. Occidente.

Luego dios creó el viento y lo proveyó de alas innumerables.

La ciudad de Badajoz está situada en las tierras más occidentales de occidente, un lugar donde el sol resbala por el horizonte del vecino Alentejo portugués con pasmosa lentitud.

Las obras que conforman esta exposición nacen en y desde esta esquina de Europa en eterno poniente, su denominador común es el viento suave y benéfico que da vida a la naturaleza y, aunque no podamos verlo, se siente cuando compone los diversos elementos en diagonal de izquierda a derecha.

Lápiz, cera, grafito, barnices que dibujan líneas, puntos o manchas sobre traslúcidos papeles orientales, sensualidad de los óleos expandidos con las propias manos sobre finísimas telas de lino son los medios empleados para marcar indeleblemente las huellas de apenas un soplo divino.

La exposición se ha articulado presentándonos, de un lado, un conjunto de telas de marcada verticalidad, que recuerdan las vistas a través de las ventanas perfectamente orientadas de los jardines japoneses o unos deliciosos códigos de barras para unos productos imposibles de calificar. Al fondo de la galería, un gran lienzo que nos envuelve al mirarlo y en el que descubrimos los distintos tránsitos de la mano, los dedos, los pinceles, sobre el lienzo impregnado de pintura,- porque es una exposición muy pictórica - como si de una cartografía del movimiento se tratase. Algo así como si la superficie del lienzo dejase, por una vez, de ser un cuadro para convertirse en el resultado de un acontecimiento, el escenario de una emoción, lo que queda cuando todo ha sucedido, cuando el viento ha dejado impresa su fugaz huella. Ese mismo viento que ha inclinado desigualmente las líneas de una extensa suit (50 papeles) de finísimos dibujos que se mueven por el delicado papel agolpándose o expandiéndose con depurada limpieza, porque sólo nos deja ver aquello que queda después de deshacernos de todo lo que sobra. Quizás menos aún, un resto del mundo, o una ausencia que lo recuerda.

Lourdes Murillo